La Edad De Los Milagros by Marianne Williamson

autor:Marianne Williamson
La lengua: eng
Format: epub
editor: Hay House, Inc.
publicado: 2010-03-10T16:00:00+00:00

EL ENTUSIASMO NO GOLPEA A SU PUERTA en menos ocasiones cuando uno es viejo que cuando es joven. Sólo que cuando es más joven, está más propenso a abrirle la puerta y dejarlo entrar. Con la edad, uno comienza a sentirse ambivalente respecto al entusiasmo. Uno podría decir que lo desea, pero al mismo tiempo no está segura si tiene la energía suficiente. Sin embargo, una forma infalible de disminuir su energía es negar la píldora de energía más maravillosa que es la participación en la vida misma.

Mi padre vivió hasta los ochenta y cinco años, y toda su vida estuvo lleno de entusiasmo. Solía decir: “¡Tienes que tener sentido de la aventura!” ¡Y vaya si él lo tenía! No solamente era evidente por sus dramáticas aventuras alrededor del mundo; también era evidente por su enfoque en la vida diaria. La forma en que conducía su convertible incluso cuando llovía porque “sólo los débiles bajan la capota.” La forma en que le enseñaba a sus hijos pequeños el método de actuación de Stanislavsky como un substituto para los juegos normales. La forma en que andaba con una gorra de capitán griego a pesar de que vivíamos en Tejas, ¡por si acaso un navío griego llegaba a llamar y a decir que lo necesitaban! Mi padre era como la versión masculina de Auntie Mame. Todo lo que hacía, lo hacía de lleno, apasionadamente y con todas sus fuerzas. Un hombre como mi padre no acudía a las vitaminas para tener más energía. Acudía a la vida para tener más energía, entregando la suya propia.

En la Iglesia Ortodoxa Rusa existe el concepto del “portador de la pasión.” Creo que en eso es en lo que la mediana edad nos convierte: en portadores de pasión por la vida, personas que hemos vivido lo suficiente como para sentir la pasión por el dolor de la vida así como por sus triunfos. En cualquier magnitud que podamos demostrar alegría, mantenernos de pie en el espacio de nuestra propia resurrección, abrimos un espacio para el estímulo y la victoria en las vidas de los demás.

El papel de los mayores es dirigir las celebraciones tribales. Somos las portadoras del factor entusiasmo. Cuando una mujer veinte años menor que yo me anuncia que está embarazada, siento que cumplo con una especie de función primaria diciéndole que pienso que es lo más emocionante que puede haber en el mundo. Es como si yo representara la opinión de algo más grande que yo. Una adolescente es admitida en un equipo deportivo o en una competencia literaria, una joven consigue entrar en el programa de entrenamiento gerencial de la compañía para la cual ha trabajo durante muchos años, un joven inicia su propia compañía o consigue su primer cliente, en todos estos casos el entusiasmo de una persona mayor puede ser un recuerdo que perdure en cada una de ellas durante mucho tiempo. Las personas necesitan saber que el mundo está de su lado; y para una persona joven el “mundo” es a menudo representado por el adulto con el cual hablan en ese momento.

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